El presente blog tiene como objetivo el contar con un espacio para comentar sobre los temas de la materia Cultura y Sociedad, que se imparte en la Licenciatura en Educación.

SOCIEDAD Y CULTURA

SOCIEDAD Y CULTURA

Sociedad es todo agregado organizado de individuos de la misma especie animal, que siguen un modo semejante de vida. Con esto estamos diciendo que la sociedad es exclusivamente humana. Aún más, nació antes que el hombre. El reino animal nos muestra múltiples formas de sociedades: un hormiguero, una colmena, una bandada de patos o palomas silvestres, un cardumen de peces, un rebaño de búfalos o elefantes, son sociedades. Pero son sociedades sin cultura ya que la cultura es algo específicamente humano, como se dijo. Más el hecho de que todas las sociedades humanas sean sociedades cultas no nos autoriza a confundir sociedad y cultura. Eso sí, hallaremos siempre una estrecha relación entre ambos conceptos.

Mientras la sociedad está compuesta por un determinado tipo de individuos biológicos, la cultura se compone de un conjunto de rasgos ordenados en un sistema que la sociedad fue creando a lo largo de su proceso histórico. La sociedad es así el sujeto creador, mientras que la cultura es el objeto creado, el producto de toda la actividad desarrollada por una sociedad, de sus luchas contra el medio, contra otras sociedades y entre sus mismos segmentos. Los individuos, para fundar una sociedad, deben darse una organización: es lo que se llama organización social. Esta fue entendida por ciertas corrientes antropológicas como parte de la cultura de esa sociedad, y se llegó a confundir ambos aspectos. Lo más apropiado es distinguir siempre entre estos términos, no subsumir lo social en lo cultural, pues son dos dimensiones diferentes de la realidad.

Toda transformación de la estructura social modificará también a la cultura, aunque es probable que no en un grado equivalente. La cultura suele cambiar muchas veces con lentitud, yendo a la zaga del cambio social otras veces ocurre lo contrario, o sea, que la cultura experimenta cambios casi revolucionarios, mientras que las estructuras sociales sufren una mínima alteración. Aunque se codeterminan, ambas esferas mantienen una relativa independencia. Un cambio social, como se dijo, provocará un cambio cultural. También un cambio cultural puede propiciar un cambio social. Sólo si no confundimos estos dos conceptos repitiendo el error de la escuela culturista norteamericana, podremos estudiar las influencias recíprocas.


LA TRANSMISION CULTURAL.

Como los individuos que integran las sociedades son mortales, todo lo aprendido por ellas estaría condenado a perderse de no ser por la transmisión. Las sociedades animales no transmiten cultura porque no la tienen, pero si hábitos y defensas adquiridos por la especie a lo largo del tiempo y fijados a la herencia biológica. También ciertos comportamientos aprendidos, que se parecen un poco a la cultura. La sociedad humana trasmite su cultura de una generación a otra, como un paso fundamental para su permanencia y desarrollo.

Vimos que la cultura es algo que un individuo aprende dentro de una sociedad. Oyendo hablar a sus padres, parientes y otras personas que lo rodean el niño aprende el idioma, y por medio de este instrumento va aprendiendo los conocimientos más complicados. También observa los aspectos manifiestos, y los reproducen. Este proceso se llama sociabilización o endoculturación y se da principalmente en los primeros años de vida, época en que el individuo asimila la mayor parte de los elementos culturales que habrán de normar su existencia, dentro de esa sociedad y aún fuera de ella. Tal proceso de aprendizaje, espontáneo e inconsciente, continuará hasta el fin de sus días, pero a un ritmo cada vez menor.

A cierta edad el niño es enviado a la escuela, en donde se le transfiere conocimientos planificados, ordenados en un sistema racional, y conforme a un fin que se persigue. Aquí el niño adquiere conocimientos en forma consciente. 0 sea, a sabiendas de que está aprendiendo. Tal transferencia conforma la educación, que puede continuar en el nivel medio o superior.

La educación puede versar sobre los propios elementos de la cultura, profundizando y ampliando los conocimientos aprendidos en el medio social o, por lo contrario, sobre cosas que muy poco o nada tienen que ver con tal aprendizaje, y que incluso contradicen las pautas culturales ya asimiladas por el niño. En ambos casos estaremos ante una enseñanza monocultural; en el primero de tipo indígena, y en el segundo, occidental. La enseñanza monocultural indígena afirmaría esa cultura, pero no daría mayores, elementos al niño para enfrentarse después con la sociedad nacional.

Sólo conociendo a esta sociedad el indígena podrá luchar eficazmente por los derechos de su pueblo, y también en defensa de sus propios intereses. Por eso la educación debe ser bicultural, o sea, trasmitir dos culturas, la del grupo étnico y la de la sociedad nacional. Si para ello se usan los dos, idiomas, se tratará de una educación bicultural bilingüe. Si se enseña en un solo idioma las dos culturas sería una enseñanza monobilingue y bicultural. La enseñanza que más sirve, al proceso de liberación de los pueblos indígenas es la bicultural bilingüe, y se debe tratar de convertir a la misma en una realidad en una realidad indiscutible. La educación bicultural bilingue, habrá triunfado cuando la lengua y la cultura de los grupos étnicos sean estudiadas como un fin en sí, y no como un medio para imponer más rápido otra lengua y otra cultura, y colonizar así culturalmente al grupo.

Cuando lo que se enseña en la escuela contradice lo que el niño aprendió o aprende fuera de la misma, se le está creando un serio conflicto, un trauma cultural. El maestro que crea en el niño esta contradicción no está sirviendo a su pueblo sino a una acción colonizadora; se vuelve un instrumento de opresión de su pueblo. El maestro debe enseñar cosas nuevas, que permitan a la gente vivir mejor, pero para eso no es preciso que ataque la cultura tradicional. Por lo contrario, deberá apuntalar los aspectos que considere positivos de la misma, y en cuanto a los que juzgue negativos, deberá mas bien confiar en que el proceso de concientización que él contribuye a impulsar los ira dejando atrás, como algo superado. Decir que pueden conservar una costumbre porque es buena, y no otra porque es mala, y usar su poder para imponer un criterio, es adoptar una actitud arrogante y de dominio, ya que solo el pueblo en conjunto, como sujeto histórico y creador de cultura, puede determinar lo que habrá de conservar y lo que no de sus costumbres. Ni el maestro, ni el político, ni el religioso pueden tomarse esta atribución. Lo que más pueden, hacer es llamar a la reflexión, proporcionar a la gente elementos de juicio para que profundice en algún aspecto de su cultura.

Debemos considerar hoy a los medios de difusión como una forma de transmisión cultural, por la trascendental importancia que han adquirido en, el mundo moderno. La radio, la televisión, los periódicos, el cine, etc., nos abruman de elementos culturales. Pero la mayor parte de esos elementos sirven a una política de dominación cultural, de imposición de los valores de la sociedad capitalista occidental, que van desplazando poco a poco los valores genuinos del pueblo. Más que cerrarse a estos medios, el indígena debe tratar de apoderarse de los mismos para transmitir su cultura, su concepción del mundo, en este momento en que la tradición oral parece interrumpirse, pues de hecho ha dejado de funcionar debidamente. Tal apoderamiento de los medios de difusión modernos resulta entonces de vital importancia para la transmisión de la cultura étnica.

Un artista que teje un tapiz o escribe un cuento esta creando. Su obra consiste en combinar elementos por la cultura para obtener un producto nuevo, que enriquecerá al acervo cultural de la sociedad. Al elevar el nivel de la cultura se eleva él mismo en forma paralela, adquiere la cultura que está creando y luego la transmite a su público. Se puede considerar entonces a la creación como una forma de adquirir y transmitir cultura. Quien aprecia después este tapiz o cuanto participa también en el proceso creativo, pues está recreando la obra, dándole un sentido personal. Una obra de arte se completa con esta recreación de las personas que la interpretan y valoran.


LA CULTURA VISTA DESDE ADENTRO Y DESDE AFUERA.

Todo hombre pertenece, por formación, a una sociedad, y por lo tanto a una cultura, que es él marco en que se ha desarrollado su personalidad. Siempre sus juicios estarán de algún modo condicionados por esa cultura, y le resultará muy difícil llegar a adoptar un punto de vista totalmente neutro, objetivo, imparcial y a la vez profundo sobre otra cultura ante lo que no es más que un observador, un visitante temporario, pero no integrante, un participante real.

Esto indica que una cultura vista desde adentro no será igual que vista desde afuera. La diferencia suele ser grande, Lo que es “bárbaro” para un observador externo puede ser sublime para un participante. Los antropólogos, por ejemplo, estudian múltiples sociedades humanas, las comparan para buscar similitudes, y diferencias que les permitan formular leyes de cierta validez, y se preparan así para ser observadores desprejuiciados, pero rara vez logran extirpar todos los condicionamientos de la cultura a la que pertenecen. Es posible también que sus observaciones y conclusiones sean interesadas, que busquen servir a los fines de la institución que les paga.

La distinción tiene importancia, y no sólo para explicar diferencias en las interpretaciones de un hecho cultural. Todo verdadero proceso liberador, debe partir de la autopercepción consiente, de una reflexión crítica sobre sí que realice el grupo, y no de lo que otros, piensan sobre él. Esto puede servir como complemento, pero no como basamento. Es decir, como importante indicio o aproximación. La palabra de los antropólogos y otros científicos no se tendrá por cierta mientras no coincida con la visión desde adentro.

Para que la visión desde adentro pueda ser también científica será preciso que el grupo cuente con antropólogos propios, que al estudio de una materia unan la vivencia en esa sociedad, y que trabajen para las instituciones, de la misma y no para la sociedad que la oprime. Sólo así se podrá asegurar que la ciencia social sirve verdaderamente a su liberación. Porque no basta que una investigación sea objetiva y arroje resultados ciertos. Hay que tornar también en cuenta quien maneja esos datos y con que fines.

De lo anterior surge que no se debe confiar totalmente en la objetividad de la observación realizada desde adentro sin instrumentos científicos, pues la sociedad no es siempre transparente a sus agentes, y hay mecanismos inconscientes que suelen viciarla, como veremos más adelante, De todas maneras, esta perspectiva ofrece una ventaja de que los errores que se puedan encontrar en la interpretación de los-datos se inclinarán casi siempre hacia el lado indígena, favoreciendo sus fines, y no hacia el del que los oprime. Veamos a título de ejemplo, trasladándonos ya al campo social, el caso de los censos indígenas de América. Las cifras suelen estar en ellos por debajo de lo real, mientras que en las apreciaciones que hacen las organizaciones indígenas de su población ocurre lo contrario, o sea, que las cifras son superiores a lo real. ¿Por qué? Por que a un grupo étnico le conviene tanto exagerar su población como a la sociedad nacional disminuirla, ya que los resultados se traducen en peso político y en obligaciones de transferir recursos a esas áreas en bienes y servicios. Tales diferencias no resultan de una arbitrariedad, sino de la adopción de criterios distintos. Es decir, las dos interpretaciones son igualmente científicas, sin que esto excluya el juego de los intereses. Es que allí donde hay una ambiguedad, donde las cosas no son del todo claras, caben dos o más interpretaciones, y una convendrá más que otra al observador.


CULTURA ALFABETICA Y CULTURA PREALFABETICA.

Vimos ya que todos los hombres tienen cultura, y no solamente algunos. Si no la tuvieran no serían hombres. Muchos analfabetos creen o dicen de sí mismos que son hombres sin cultura. Esto es un equívoco que se debe combatir. No solo que todos los analfabetos tienen cultura, sino que a veces su cultura es más rica, más elevada, que las que poseen muchos alfabetos. Así hay hombres que son excelentes músicos, recitan versos tradicionales, conocen complicadas técnicas, mitos, leyendas, y creen no obstante, porque se lo hicieron creer, que carecen de cultura. Ocurre simplemente que participan de una cultura tradicional prealfabética o no alfabética, y que no dominan la técnica de la cultura alfabética, introducida en América por los europeos en el siglo XV. Naturalmente, si se domina esta escritura se podrá conocer más a fondo la cultura occidental, y estar mejor informado de lo que ocurre en otras partes del mundo. Pero para conocer su cultura, esa persona no precisa de la escritura, pues ella se transmite por otro instrumento: la tradición oral, que se complementa con la vivencia directa. El vehículo fundamental de la cultura no es la escritura, sino la lengua. Ella, de por sí, ha sido capaz de permitir la transmisión cultural durante siglos y milenios. Muchos pueblos inventaron diversas formas de escritura, para dejar a las generaciones venideras un registro histórico, y también para otros usos. Entre ellos, el de posibilitar el control y la opresión de sociedades numerosas. La alfabética sólo es una de las tantas formas de escritura que se conocen, y no es usada hoy en todo el mundo.


CULTURA ETNICA, CULTURA POPULAR Y CULTURA NACIONAL

Cultura étnica es toda cultura sustentada por un grupo étnico determinado. Podemos hablar así de la cultura mazahua, de la cultura huichol. El hecho de que una cultura étnica posea muchos elementos de carácter mestizo no le quita su condición de tal, siempre que tenga vigencia en una sociedad definida, como étnica.

Las culturas étnicas forman parte de la cultura popular del país en que se manifiestan. Pero la cultura popular no es sólo indígena. Hay culturas populares de tipo mestizo, ya sean regionales o urbanas. Podemos hablar así de la cultura de los "ladinos" de los altos de Chiapas y de la cultura de las grandes masas urbanas, como las de la ciudad de México. Estas culturas podrán tener múltiples elementos indígenas, pero al sustentarse en individuos que no son indígenas no podemos llamarlas culturas étnicas. En los países de América que tuvieron bastante emigración europea, como Argentina, Uruguay, Canadá, etc., o de países vecinos, podemos hablar también de una cultura popular de inmigración, que realiza aportes de gran valor. Pensemos, por ejemplo, en la cultura chicana en Estados Unidos. Se presenta como el resultado de esfuerzo de adaptación de esos extranjeros a la nueva realidad cultural que les toca vivir, y también como una interpretación de la misma.

¿Y qué es la cultura nacional? Debería, en principio, ser la misma cosa que cultura popular, pero la realidad americana se encarga de mostrarnos lo contrario. La cultura popular tiene una real existencia social, su ser no depende de una aceptación, de un reconocimiento oficial, aunque éste, por cierto, impulsará su desarrollo; se suele llamar en cambio cultura nacional al proyecto cultural de la clase o partido en el poder, algo que se quiere imponer a las masas a mediano o largo plazo, a través de la educación oficial y los medios de difusión. Las obras que se ajusten a este proyecto serán premiadas y reconocidas, y las que no, marginadas, condenadas al silencio, por más que se sustenten en la vida de las grandes mayorías. Se llegan a proponer así como nacionales una serie de valores que no tienen ningún arreglo en las masas, creados por otras culturas que ya colonizaron a las clases dominantes. En estos casos la cultura nacional deja de ser una realidad social para volverse un concepto político, un proyecto ideológico.

Todo verdadero proceso de liberación debe conducir a la identificación de la cultura nacional con la cultura popular, pues en una sociedad libre la cultura nacional no puede ser otra que la cultura popular.